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21 septiembre 2021

LA SECRETARÍA DE MARINA CELEBRA 200 AÑOS DEL NACIMIENTO DE UNA ARMADA QUE NACIÓ PARA SERVIR A MÉXICO



  LA SECRETARÍA DE MARINA CELEBRA 200 AÑOS DEL NACIMIENTO DE UNA ARMADA QUE NACIÓ PARA SERVIR A MÉXICO


  • El 4 de octubre de 1821 se crea la Secretaría de Guerra y Marina a cargo del Teniente de Navío retirado Antonio de Medina Miranda.
  • La Goleta Iguala fue el primer buque de la Armada que enarboló la bandera de México.
  • La Armada de México es el componente operativo de la Secretaría de Marina.

Ciudad de México.- La historia de la Armada de México como cuerpo de guerra del Estado Mexicano, surgió tras organizar la Administración Pública, cuando la Regencia del país el 4 de octubre de 1821, creó cuatro Secretarías de Estado (ministerios): Negocios y Relaciones Interiores y Exteriores; Justicia y Negocios Eclesiásticos; Hacienda; y la de Guerra y Marina, esta última dirigida por el Teniente de Navío retirado Antonio de Medina Miranda. 

 

La Regencia promulgó el 8 de noviembre del mismo año, en la Ciudad de México el reglamento de las funciones y atribuciones de las secretarías de Estado, así como la de sus encargados, designado a la Secretaría de Guerra y Marina, los asuntos de guerra en mar y tierra. Así mismo, el 14 de noviembre la Junta y la Regencia nombraron a Agustín de Iturbide como Jefe Supremo de ambas armas con el grado de Almirante Generalísimo.


Los funcionarios que conformaron la Secretaría de Guerra y Marina asumieron el cargo el 11 de diciembre de 1821. La estructura orgánica quedó conformada por el Secretario de Guerra y Marina, Antonio Medina Miranda; dos Oficiales Primeros; Sección Primera, Infantería; Sección Segunda, Caballería; Sección Tercera, Marina; Sección Cuarta, Artillería; Sección Quinta, Fortificaciones e Ingenieros; Sección Sexta, Capitanías y Comandancias Generales; Sección Séptima, Presidios y Puntos Militares; y Sección Octava, Retiros, Hospitales, Montepíos, Pensiones y Premios.

Ante la amenaza que representaba San Juan de Ulúa para un posible intento de reconquista española, el gobierno de México vio la necesidad de desarrollar la Marina de Guerra, por lo que en 1822 se crearon los Departamentos Navales de Campeche, San Blas y Veracruz; en este último se establecieron los Batallones de Infantería y Artillería de Marina.

El Capitán de Navío Eugenio Cortés y Azúa fue comisionado para viajar a Estados Unidos donde adquirió la Primera Escuadrilla Naval, conformada por las goletas Iguala y Anáhuac, las balandras cañoneras Tuxpan, Papaloapan, Tampico, Tlaxcalteca, Chalco, Chapala, Orizaba, Campechana y Zumpango. Cabe mencionar que la Goleta Iguala fue el primer buque de la Armada que enarboló la bandera de México, arribando al puerto de Veracruz el 17 de abril de 1822.


El 8 de octubre de 1823 se decretó el bloqueo naval a la fortaleza de San Juan de Ulúa, debido a un bombardeo al puerto de Veracruz, concluyendo el gobierno de México que la dispusta sólo podía ser resuelta en el mar y por ende, que la Armada debía ser fortalecida. 

Para cumplir con su misión, en diciembre de 1824 se adquirieron la Fragata Libertad y los bergantines Bravo y Victoria, procedentes de Inglaterra y Suecia, los cuales tenían mayores capacidades.

En 1825 se agrega el navío Asia, el cual fue renombrado en Acapulco como el Congreso Mexicano y era el mejor artillado al tener 74 cañones, sumando casi 200 cañoneros de diversos calibres a la Escuadra Nacional.

El Capitán Pedro Sáinz de Baranda, recibio el 16 de agosto de 1825, el mando del Departamento de Marina de Veracruz, con el objetivo de lograr la capitulación definitiva de San Juan de Ulúa, en la que se encontraba el último reducto español de la conquista.

Tras cuatro años de su creación, la Armada Mexicana enfrentó una de las batallas más importantes a lo largo de su historia. La Escuadrilla Naval de México al mando del Capitán Pedro Sáinz de Baranda, logró imponer el bloqueo de manera efectiva a la fortaleza, lo que condujó la capitulación y desalojo el 23 de noviembre de 1825, fecha en la que los españoles se marcharon de forma definitiva y las fuerzas mexicanas izaron la bandera nacional en la fortaleza de San Juan de Ulúa. ¡Y la Independencia se consolidó en el mar, gracias a nuestra Armada!.

El Porfiriato representó un avance significativo para la Armada Nacional, ya que se adquirieron varios buques de guerra y se creó la Escuela Naval Militar en el puerto de Veracruz.

Los ideales de la Revolución Mexicana se plasmaron con la promulgación de la Constitución el 5 de febrero de 1917, en la que se nacionalizó la Marina con las reformas al Artículo 32, donde se estipuló que para pertenecer a la Marina de Guerra era necesario ser mexicano por nacimiento y para las tripulaciones de los buques mercantes lo serían las dos terceras partes de ella.



En el contexto de la Segunda Guerra Mundial se le dio autonomía al Departamento de la Marina Nacional, al separarse de la Secretaría de la Defensa Nacional (anteriormente Secretaría de Guerra y Marina) en 1939, lo que dio pie a la creación de la Secretaría de Marina el 31 de diciembre de 1940, fue así como comenzó la base de la estructura institucional actual, donde sobresale la Armada de México como componente operativo de la Secretaría de Marina.


Las unidades de superficie y aéreas, así como la Infantería de Marina, son los pilares de la Armada de México que han evolucionado desde 1821 a la actualidad, reafirmando el compromiso de emplear el poder naval de la federación para la defensa exterior y coadyuvar en la seguridad interior del país en el mar, en el aire y en la tierra.

Por todo lo anterior, la Secretaría de Marina prepara una serie de eventos conmemorativos en todos sus mandos navales, a fin de mostrar al pueblo mexicano que desde su creación cuenta con una Armada que nació para servir a México.


16 septiembre 2021

El Precio de viajar en un Black Hawk

 El Precio de viajar en un Black Hawk

  • Aún en Tiempo de Paz se Registran Bajas 

    Autor: Ernesto Chávez Ramos


 

 
 
 
 
 
 
 
Eran las 05:30 en la madrugada del 16 de septiembre y ya el equipo de MIG hacía acto de presencia en el acceso al nuevo aeropuerto militar en la base aérea de Santa Lucía donde era la cita con el personal de  comunicación social de la Secretaría de Marina.


Son casi las 7 pero se sigue sintiendo como si fuera de madrugada cuando iniciamos el acceso a las obras de lo que a partir de marzo del 2022 será el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles compartiendo espacio con la Base Aérea Militar. Abruma el vértigo con que se desarrollan los trabajos al parecer las 24 horas de todos los días por donde nos abrimos paso hasta entroncar con la parte militar casi terminada o por lo menos una obra muy avanzada a la que pocos meses le faltan para operar al cien por ciento de su capacidad.


Fuimos invitados por la Armada de México para testimoniar desde el aire las maniobras con las que personal de las instituciones militares del país tripularon 71 aviones de ala fija y 28 helicópteros para surcar el espacio mostrando conocimiento, destreza y habilidad en formaciones que llamaron poderosamente la atención a todos los habitantes de la Ciudad de México que pudieron disfrutar el
fugaz pero estético vuelo de las aeronaves como parte del desfile militar para conmemorar 211 años de consumada la independencia. 

Fue por una amplia e iluminada avenida que en cuestión de minutos llegamos a la zona de hangares para cumplir el obligado requisito previo de revisión: Primero, oxigenación y presión arterial. Superado el obstáculo inicial otro facultativo procede a checar ojos, oídos y garganta.


Aquí fuimos testigos cómo en el medio castrense aún en tiempos de paz lamentablemente se pueden sumar bajas. Pero bueno, no dejen que su imaginación les lleve al extremo: Es lamentable porque algunas personas dejan de cumplir con la misión encomendada al causar baja en los planes de vuelo por no aprobar los exámenes de salud a causa de presión alta, baja oxigenación, etc. etc. 

Porque nadie se puede llamar engañado si llegara a pensar que abordar una maravilla como es el UH60M Black Hawk es igual que transbordar a empujones y mentadas en la estación del metro Pino Suárez ¡Claro que no, nunca de los nuncas! Ni al Black ni a aeronave alguna perteneciente a la Fuerza Aérea Mexicana, a la Marina Armada de México ni a la Guardia Nacional donde prevalecen las más estrictas medidas para la salud, la seguridad y el cuidado de los equipos bélicos utilizados en tiempos de paz para beneficio de  personas afectadas por contingencias.

Pero no se crea que todo es miel sobre hojuelas luego de aprobar el examen médico y abordar el helicóptero, muchas veces el precio que se paga en las alturas es más caro que el de perder un vuelo si se apodera de ustedes la maldita cinetosis, aquella que siempre viaja de encubierto y cuando menos los esperas se apodera de las personas más sensibles o, por qué no decirlo, vulnerables. Pero vamos, no hablo de secuestros, espías ni nada que se parezca, simplemente me refiero al mareo cinético que entre todas las cosas que provoca puedes llegar hasta el vómito.


Eso si es para el resto de los viajeros pagar un alto precio por el viaje y sobre todo cuando son cuatro los predispuestos, en una sola nave, quienes debieron hacer uso de las bolsitas plásticas para no hacer más grande la tragedia.


Así las cosas a las 10:20 de la mañana el personal destacado para el efecto informa a los civiles sobre el procedimiento para abordar, desembarcar y en su caso evacuar el helicóptero. Acto seguido se presenta la tripulación para abundar en pormenores y dejar todo muy claro. A las 10:40 procedemos al abordaje para incómodamente sentados observar desde una posición privilegiada el carreteo de los Hércules C130. De los T6C cuyas funciones muchas veces son de escolta y pueden ser artillados con lanzacohetes,  ametralladoras y bombas.

Mientras fijaba el cinturón de seguridad eché una miradita a los Spartan C27J, naves por demás necesarias durante la aplicación del Plan DN-III y en el entrenamiento de los paracaidistas. En fin que por más de media hora pasaron y pasaron para deleite de mi pupila hasta que por fin llegó el anhelado momento: las
puertas de nuestro Black Hawk matrícula 2305 se cierran y comenzamos a carretear hasta el punto de partida en que iniciamos el vuelo y nos unimos con el resto del escuadrón.

Hasta lo incómodamente sentado se olvidó una vez que pudimos disfrutar de un maravilloso espectáculo aéreo ya que fueron no menos de 10 ocasiones en que vimos las escuadras de aviones volando en una dirección diferente a la nuestra, bueno, hasta el repentino enfrenón y la corrección de rumbo para cruzar arriba de Palacio Nacional la consideré peccata minuta estando en manos de expertos pilotos marinos. Sin amarillismo el asunto, simplemente había que seguir al líder en una formación cuasi perfecta por donde no se había volado toda vez que la práctica previa se canceló por mal clima por eso lo insisto, se trata de un detalle apenas perceptible para quienes hemos volado desde hace varias centurias y que seguimos confiando en la capacidad, habilidad y destreza de nuestros pilotos mexicanos.

Y en el aire estuvimos por casi tres horas tomando datos, fotos, videos pero sobre todo sorprendidos por la capacidad creadora del ser humano porque, sí, ya sé que doy mucha lata con la tonadita del incómodamente sentados pero es la verdad, los asientos no son la mejor parte de los Black Hawk porque no está equipado como un ejecutivo donde hasta la cubeta heladera para enfriar la champagne se encuentra integrada entre los asientos para evitar la fatiga de estirarse mucho.
  

Esta maravilla de aeronave es un trasporte utilitario de carga media, es elegido para el traslado de tropas y cuenta con un variado armamento para el combate aéreo, en síntesis, es fiel representante de la más alta tecnología adquirida por nuestras fuerzas armadas. Y allí estaban todos o casi todos, muy ufanos mostrándose ante la ciudadanía como una señal subliminal de seguridad y confianza de nosotros hacia ellos y sus eficientes tripulaciones.
 

Y mientras por aire los escuadrones de aviones y helicópteros cruzaron la ciudad un buen número de veces, abajo, en el pie a tierra marchaban más de 15 mil integrantes de las fuerzas armadas que incluyen al Ejército Mexicano, a la Armada de México y a la Guardia Nacional acompañados este año por 475  integrantes de delegaciones extranjeras como Reino Unido, Irlanda, Francia, Rusia y Colombia.
 

Ellas y Ellos abajo marchando y nosotros surcando los cielos y aplaudiendo la perfecta maniobra que une a todos los escuadrones de helicópteros en uno solo y así mostrarse los últimos 40 minutos del desfile aéreo. 

Y no me canso de reconocerles: aterrizaje perfecto, carreteo hasta su posición y 5 minutos de espera para  que los rotores se mostraran totalmente estáticos, entonces sí, a desembarcar, a estirar las piernas y a extrañar la incomodidad de mi asiento al que ojalá, tal vez, el próximo año vuelva a ocupar aunque tenga que pagar el precio de encontrarme con un pasajero cinético. Saludos amigos de MIG.