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28 septiembre 2021

De Terrícolas a Marcianos

 Por: Ernesto Chávez Ramos

©Karim Chávez Zúñiga

Más de 70 años lleva la raza humana en sus afanes por conquistar el universo. Primero fueron  la extinta Unión Soviética y los Estados Unidos lanzando moscas, semillas de maíz, changos, perros, ratones y humanos entre otras especies  al espacio exterior para mostrar la superioridad de uno sobre el otro; que si le tecnología de uno era mejor, que si 12 astronautas del otro fueron los primeros en pisar la Luna en 6 vuelos a nuestro satélite natural entre 1969 y 1972. 

 El resumen para los simples mortales determina que: La Luna no  es de queso ni una esfera perfecta. La silueta que se dibuja por las noches en su contorno no es un conejo como tampoco le fue robado un par de aretes por lo que no le hacen falta como dice la canción. Una disculpa para todos los románticos del mundo pero así de triste y así de realista es la científica conclusión.

 Unidos al vórtice por la colonización interestelar casi como servicio de taxi por aplicación ya se encuentran lanzando naves y satélites a la estratósfera desde hace algunos años Japón, China, India,  Emiratos Árabes, la Unión Europea y empresarios butimillonarios  como Elon Musk y Jeff Bezos bajo el argumento de conseguir vivienda digna  para las futuras generaciones que en algunos años, se dice,  ya no tendrán cabida en la tierra.

No se trata de amargarles  la fiesta a nuestros lectores ¡pero no! Por nada del mundo se les ocurra pensar que ya  informados pueden correr a buscar las listas de las organizaciones patito donde anotarse para invadir predios lunares o marcianos, adquirir una nueva residencia con vista a su planeta favorito, módicas mensualidades, intereses bajos o asistiendo a mítines, marchas y manifestaciones. 

Serán miembros de recientes generaciones quienes en selectos grupos elegidos por sus conocimientos tras aprobar exhaustivos exámenes naveguen a tierras desconocidas para colaborar en la edificación de lo que se pueda levantar acorde al discernimiento de los hombres de ciencia y a lo autorizado por los intereses políticos de las élites  en el poder. 

Mientras para algunos científicos de renombre el tema de construir condominios con alberca en planetas o satélites ajenos es punto menos que imposible por lo árido  y extremo de sus condiciones físicas y climatológicas, las entidades aeronáuticas gubernamentales de los países involucrados en la carrera astral y los dueños del dinero han redoblado esfuerzos en el diseño de las ciudades donde habitarán los colonizadores de otros mundos.   

Y de una vez se los anuncio a nuestros tres y medio lectores para que no echen a volar su prodigiosa imaginación alucinando sobre cómo serán los estadios futboleros del cercano futuro; que si la venta de cerveza, la reventa de boletos, las porristas, las palomitas, los perros calientes, etc.,  ¡nada de nada de nada de esto! vaya, ni siquiera el tochito, la cascarita, mis cuates de la esquina ni el burro castigado. 


  Para qué explicarles lo que muchos de ustedes ya saben sobre la falta de oxígeno, de atmósfera, la gravedad, el uso obligado de trajes y cascos espaciales, el exceso de radiación, la imposibilidad de caminar ya no digo correr como ahora lo hacemos en la tierra y la existencia de virus y bacterias hoy ignoradas por desconocidas para la incipiente erudición de los científicos terrenales.


Pero no se me desanimen porque ya los dueños de fortunas recontrabillonarias,  con harta visión cosmogónica, construyen estaciones espaciales donde  encontrarán hoteles, casinos, espectáculos, recorridos a la zona científica, miradores con potentes telescopios  y otras amenidades. Es importante aclarar que todas las variedades serán con artistas terrícolas pues ni productor ni representante alguno han logrado contactar seres extraterrestres  para alternar en las funciones.


Con profundo pesar pido a esas mentes inquietas soñadoras por vivir la experiencia de sexo en el espacio,  se remitan a la tercera ley de Newton por aquello del movimiento de los cuerpos en el  universo, sepan que la ausencia de oxígeno y la falta de aceleración gravitacional evitan al sistema reproductor masculino funcionar a su máxima expresión; las pastillitas no sirven y se vuelven peligrosas, la incomodidad de los trajes y cascos necesarios y todo lo demás sugiere que los entusiastas aventureros deberán valorar la enorme posibilidad de fracasar rotundamente, muchísima inversión para tremenda frustración no sería sano emocionalmente. 


Quienes decidan avecindarse en otro mundo,  estación espacial o satélite natural la situación se les complica un mucho más,  porque de ellos dependerá la sobrevivencia de la raza humana fuera de nuestro globo terráqueo. Ahora mismo los colonizadores estarían condenados a la extinción por no existir posibilidad alguna de engendrar  y culminar con el alumbramiento de los primeros seres ¿marcianos?, los científicos apenas estudian el comportamiento de espermas y del aparato reproductor femenino en ambientes por demás desconocidos y harto peligrosos.


¿Cómo que por qué peligrosos? Desde los años sesenta hasta el 2021 son  23 astronautas muertos y una treintena de naves  estrelladas o explotadas en pruebas, despegues y aterrizajes. Esto no es  llegar a casa a estacionar el auto, bueno, infinidad de cocheras y vehículos muestran huellas de que tampoco es fácil aparcar, por eso el reciente aterrizaje en Marte se aplaudió tal cual los primeros pasos del bebé en pañales.


La buena noticia es que para los años 2050 - 2070 el tema de la construcción de ciudades estará aparentemente resuelto. Domos, muros resistentes a la oxidación, a la radiación, a las interminables tormentas con vientos casi de 200 kilómetros por hora y a los sismos. Las malas noticias refieren la  inexistencia de materiales  resistentes al   impacto de meteoritos y tampoco  las tormentas  se pueden mercadear como un show gratuito de la naturaleza; las tolvaneras son de una intensidad que llegan a nublar la visión en casi todo el planeta.  

 

¿Otra mala? El oxígeno y medio ambiente dependerán de la tecnología; la buena alude a la moda marciana porque no habrá  necesidad  de abrigos, guantes ni bufandas en el outfit rojo; ¡siempre clima templado!
Una de las mejores noticias refiere  la ausencia de transporte público como el de nuestros países tercermundistas, adiós a los microbuses, metro, taxis, pero sobre todo: ¡adiós a los choferes del inframundo! Serán veloces elevadores y pequeños vehículos  ligeros  probablemente flotantes los encargados de movilizar en el interior a los 200, 250 mil habitantes promedio en la repoblación experimental. 


No habrá naves particulares ni por aplicación al tener la ciudad un espacio reducido donde se cuidará con extrema precaución la circulación, el orden y  medio ambiente.  “De volada lánzate en la nave por los chescos” (refrescos) será una de tantas expresiones lingüísticas obsoletas  en la nueva era espacial, pertenecientes a un planeta caduco, decadente, cuasi en el olvido  llamado Tierra. ¡Vaya con el dramatismo interplanetario!


 No, definitivamente no  podrás llevar mascota para mitigar tu marciana soledad. Contra la costumbre de los seres humanos serán: disciplina emocional ante un  cambio radical de vida,  de trabajo, huso horario, aceptar que en el planeta Tierra continúa una parte de tu vida  pero sin ti, la interrelación en una  diferente realidad social, entre otras mil variantes, el motor que no te permita añorar los monólogos de la mascota; supongo que una foto de ambos durante la perruna o gatuna despedida si estará permitida en el equipaje sin que se entiendan estas líneas como una mefistofélica insensibilidad de quien escribe. 


La buena noticia: ¡Sí habrá un espacio adecuado para cierto tipo de animales! La mala: serán para estudiar su comportamiento y como parte de la dieta.


Mientras los preparativos continúan para avecindarse en Marte y  ser marcianos dentro de algunos quien sabe cuántos años, hasta hoy no existe una narrativa que refiera la frenética lucha entre poderosos suplicantes ante los dioses del Olimpo de más poder encontrando minerales y energías tal vez hasta exóticas que pervivirán por siempre en el universo, ojalá, muy alejadas de la mano del hombre.


La ciencia conoce en teoría lo ineficiente de viajar a la velocidad de la luz para surcar los infinitos cielos  del  universo, no porque se tenga nave, combustible ni mucho menos fórmula exacta para alcanzar semejante aceleración sin efectos catastróficos, lo sabe por sus infructuosos intentos para lograr dicho objetivo  como antesala a la definición clara y precisa de los conceptos epistémicos sobre la velocidad a la que viajan naves de otras galaxias, materiales para su construcción y energías que las impulsan.


Pero por supuesto que no tengo adicción a droga alguna que no sea un buen tinto posterior a un excelente whisky. Mi elección de creer la justifico en haber divisado a lo largo de mi vida objetos que se mueven a gran velocidad  desapareciendo en una fracción de segundo, reforzada en hechos científicos como el reciente incidente donde la cápsula Crew Dragon pudo haber chocado con un objeto volador no identificado cuando se dirigía a la Estación Espacial Internacional; la tecnología humana nada pudo hacer más que prevenir a los astronautas sobre una posible colisión que fue evitada por el extraño objeto espacial. Además  no caigo en la soberbia de suponer  seamos habitantes únicos en constelaciones con más de 100 mil millones de lunas y planetas según los datos aportados por los estudiosos en la materia.


Así las cosas los científicos se mueven para encontrar otras  aparte de las 4 conocidas, más no descifradas, fuerzas fundamentales del universo.  Claro que no son de a gratis los satélites secretos enviados a socializar con los miles puestos para investigación, y servicios comerciales, mientras codifican a sus respectivos países información privilegiada para acrecentar sus conocimientos ante el resto de los países competidores.


Marte no se eligió como primera instancia porque perdió el volado ni “levante la mano quien quiera ser marciano”.   En el planeta rojo y sus alrededores existen importantes cantidades de materiales con poca presencia en la Tierra además de su relativa cercanía al 16 Psyche, asteroide con 225 kilómetros de ancho  cuya composición  es de  hierro, níquel, platino y oro; su valor económico en el marcado se calcula en 10 mil cuatrillones de dólares, algo así como 70 mil veces más que el valor total de la economía mundial.


La NASA asociada con uno de los butimillonarios lanzará rumbo al asteroide en 2022 una nave exploradora que llegará en 2026 para estudiar si éste fue el centro de un fallido planeta y acercarse a descubrir los orígenes de la vida, o sea que para nada les interesa el cuatribillonario valor del planetoide, aunque por otro lado ya se apuntan empresas mineras para su explotación y otras financieras para la administración de los metales extraídos. En no menos de 25 años  veremos quienes, cómo y cuándo iniciarán la extracción apoyados en mano de obra, bodegas e implementos marcianos. ¿Sobre el origen de la vida?, ah, también sabremos pero unos cuantos cientos o ¿miles? de años después.


Sin revoluciones, golpes de estado ni luchas independentistas, cuando menos en los inicios, se antoja interesante el tema sobre la aplicación del sistema político y financiero que regirá la vida marciana. Evidentemente al principio las decisiones se dictarán desde La Tierra aunque habrá un vicegobernador -¿civil o militar?- quien las reciba y transmita al grueso de la población por supuesto en cada una de las colonias que operarán como nación independiente obedeciendo al país que los envió.


¿Habrá monedas de curso legal por población o de qué forma se llevarán a cabo las transacciones al interior y entre las colonias? Hemos de ver si desde el principio surgirán leyes y Constituciones marcianas u operarán las terrestres, pero sobre todo, hemos de ver si las naciones involucradas permiten la democracia y el  libre albedrío o llevarán a tierras marcianas sus disputas de dominio y de poder.